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martes, 9 de agosto de 2011

Cuentos para no dormir (1)


-Papa, cuéntame un cuento – dijo el niño que tras haber estado viendo la televisión, todavía no tenía sueño-.

Y el padre le habló así:

Érase una vez una sociedad donde las cosas andaban muy malas. Y un señor quería todo el poder para convertir esa sociedad a su imagen y semejanza. Y al intentar conquistar todo el poder mucha gente se rebeló. Y hubo una guerra terrible que duró muchos años, tres. Y murió mucha gente, entre ellas muy buenas personas, (la inmensa mayoría... hasta que la guerra los convirtió en monstruos).

Y luego el señor ganó la guerra, y ésta acabó. Pero siguió muriendo gente por algún tiempo. Y así el señor empezó a hacer su sociedad durante cuarenta años. Y muchos estaban tristes, porque sentían que no tenían libertad, pero a la vez muchos estaban contentos porque tenían libertades.

-Papa...- le interrumpió el hijo intrigado-.
-Dime hijo, - respondió afable su padre-.
-¿Y qué es libertad y libertades?
-Esa hijo mió, es la respuesta que podría cambiar el mundo. Pero espera un poco y lo sabrás.

Y continuó su relato:

Y durante esos años el señor hizo muchas cosas buenas. Y la gente dejó de pasar necesidad tras la guerra. Y tenían trabajo. Y poco a poco se pudieron comprar coches, y televisiones. Y así la gente empezó a sentirse feliz después de unos años muy duros. Aunque ya muchos otros se habían ido a otras sociedades en busca de una vida mejor, y algunos de ellos volvieron al cabo de los años. Y la sociedad fue prosperando con el señor dirigiendo todo. Pero también había personas que no querían a este señor pese a las cosas buenas, porque también hacía cosas malas y porque no eran libres. Y trataban que se fuera.

Y el señor, muy a su pesar, no era inmortal y veía cerca su final. Así que quiso que la sociedad que él había hecho con tanto esfuerzo perdurara al paso del tiempo. Y nombró a un sucesor para que hiciera las cosas como él las había hecho y dejar así todo bien atado, inamovible.

Pero cuando el señor murió, su sucesor vio amenazado el poder que le había sido otorgado, por unos cuantos opositores. Y quedó con ellos y así llegaron a un acuerdo. Y ahora eran todos ellos los que hacían la sociedad. Dejaron de perseguir a los que no les querían porque ya no les hacía falta, porque engañaban a la gente para que sintiera que vivía en la mejor de las sociedades posibles. Y para que esto creyeran les vino muy bien las comodidades y ofertas de ocio que aumentaban y evolucionaban. Y de esta forma la gente tenía bienestar y sus preocupaciones eran muy banales y superficiales. Dieron a la sociedad muchas libertades, pero ésta seguía sin ser libre. Aunque la mayoría no lo sabía, no se daba cuenta o no quería saberlo...

El padre, viendo que su hijo se estaba durmiendo, cortó su relato y concluyó susurrándole:

-Las libertades hijo mío son las cosas que te dejo hacer porque yo creo que son buenas. Y la libertad son las cosas que decidimos todos juntos en familia.

1 comentario:

  1. Muy buena explicación de la diferencia entre el régimen de libertades en que vivimos y la libertad política que ansiamos para dejar de ser siervos.
    Comprensible hasta para un niño.

    Anímate a escribir más entradas, y a ver si Dvd se lanza a escribir algo. Así podremos escribir nuestros comentarios de opinión como comienzo de un debate "real".
    Tenemos que conseguir hacer el blog más dinámico, hasta ahora es muy estático...

    ¡Salud y república constitucional!

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